Objetivo

El objetivo de este blog es compartir textos que puedan ser útiles en todas las ramas del conocimiento cristiano, sobre todo, aquellos que conciernen a nuestros tiempos y crear en la iglesia de Jesucristo, una educación acorde con el propósito de las Escrituras. Como creyentes, hemos sido llamados para dar razón de nuestra fe hacia quienes no conocen de Jesús y más que todo, quienes contienden contra ella. Por supuesto, la intención es prepararnos en el conocimiento de la Biblia para brindar respuestas concretas a los asuntos del siglo XXI, mediante artículos de interés con estilo académico que sean de edificación para sus vidas.

martes, 15 de junio de 2010

¿Tabúes sexuales evangélicos? (IV)


Como se indicó en la segunda entrega, los tabúes sexuales están presentes en la iglesia cristiana desde sus orígenes, desviándose así de las raíces bíblicas. Regresando un poco en la historia, la concepción platónica establece el dualismo entre el cuerpo y el alma que se comportan como supuestas realidad incompatibles; una dicotomía que la Biblia resuelve cuando el hombre se compone de tres partes unidas entre sí: cuerpo, alma y espíritu; así como Dios también se divide en tres (lo que se conoce como la Trinidad).

El platonismo influyó posteriormente en el gnosticismo, una desviación del cristianismo que consideraba el conocimiento como vía para la salvación, quitando la muerte de Cristo como la acción salvífica para la humanidad. Los grupos gnósticos del siglo primero también adoptaron los postulados de Platón: para ellos, la perdición y la maldad hacen parte de la materia (cuerpo), mientras que la salvación está adjunta a lo espiritual (alma); por lo que el conocimiento superior (gnosis) es el único camino para que el alma se salve.

El daño que hizo el gnosticismo en la iglesia de los tres primeros siglos perdura aún en nuestros días -incluyendo al sexo- ¿De qué manera? Si bien aquellos grupos desaparecieron con el pasar del tiempo, la iglesia moderna no logra esparcir las escaramuzas de ese dualismo: la literatura sólo ha gastado tinta en dos aspectos: el matrimonio y el peligro del sexo para los solteros.

Aunque estas cuestiones aparecen en la Biblia, muchas respuestas con respecto al sexo siguen siendo tímidas o apuntan a dejar vacíos en los temas, que extrínseca y/o literalmente, no aparecen en la Biblia: la masturbación, la pornografía, el noviazgo, los métodos anticonceptivos para mencionar los más importantes. Lo irónico es que quienes satanizan tales cosas, lo hacen sin mencionar ninguna base bíblica, una crítica sin fundamentos y una religiosidad sin introspección.

El problema se remite a la década de los sesenta, en pleno apogeo de la revolución juvenil y el cambio de valores de aquella época. Mientras la sociedad entraba al posmodernismo -con él, la liberalización del sexo- la iglesia evangélica se mantuvo en statu quo y asume una postura defensiva con respecto a los cambios que se enfrentaba el mundo. Generalmente, la tendencia fue a satanizar dichas cuestiones y no dar respuestas claras a la luz de las Escrituras.

Todo este ambiente ultraconservador genera que algunos cristianos adopten posturas liberales y empiezen a alejarse de la doctrina bíblica: el cristianismo evangélico se va a los extremos. Los liberales comienzan a decir que el requisito del sexo es el amor que une a la pareja, ya no importa si es antes del matrimonio; o es necesario que los jóvenes experimenten su sexualidad y tomen los patrones del mundo. Tanto de un lado como del otro, el precio que ha pagado la juventud ha sido caro y es necesario repensar el asunto, bajo las Escrituras y dar respuestas concretas a un mundo que tiene un sinfín de ellas para ofrecérselas.

Por otro lado, hay quienes compaginan que la super-espiritualidad inherente en el sexo borra de vista el erotismo -como nos lo muestra Cantar de los Cantares- y otros que idealizan el matrimonio como una meta en la que ninguna tentación sexual puede cruzarla. Sólo me imagino al apóstol Pablo en estos tiempos escuchando semejantes cosas, cuando él nunca dio a entender tal aseveración, pues han tomado, de manera simplista, las recomendaciones que hace a los solteros en Corinto.

Una importante conclusión nos la da Mike Dannyen en su tesis: "el erotismo y el placer suelen ser temas ausentes en los estudios bíblicos. Todavía menos frecuente es encontrar obras o estilos sobre aspectos estéticos", lo que se deriva en que "el lector de la Biblia no dispone de herramientas heurísticas adecuadas para construir un discurso sobre el erotismo y el placer sin comenzar por un a priori moral que marque sucesivamente los distintos niveles de lectura y elaboración teológica".

En esta misma línea, el pastor y teólogo español José de Segovia lanza el mismo veredicto donde la hermeneútica y la historia de la interpretación bíblica, han estado alejados de las alegorías que muestra el Cantar de los Cantares, eso sí en su expresión de erotismo puro. Sigue impregnando la visión maniquea del gnosticismo que considera carnales aquellas expresiones de deleite entre un hombre y una mujer: el placer sigue estigmatizado como pecado.

Para dar algunas pistas, el ombligo que se traduce en español, en el hebreo original hace referencia a los genitales de la mujer (algunos lo interpretan como la ley de Dios); y el verbo conocer está ligado directamente a las relaciones sexuales. Según este panorama, el sexo sigue representando un paradigma para muchos cristianos y aunque el libro de Cantares muestra lo excelso de la sexualidad humana, continúa siendo un territorio inexplorado (por qué no, hasta peligroso para algunos).

En síntesis, el sexo es parte de la humanidad como un regalo que Dios le entregó a Adán para su deleite, dentro del matrimonio. No debe ser un peligro para la juventud ni un estereotipo para los casados, basta con afrontarlo lejos del legalismo, la religiosidad y la sonrojez. La cura contra el morbo y lo pecaminoso es adentrarse en lo prohibido o lo "innombrable", es abordarlo como un medio de prevención contra las inmoralidades sexuales. Alguien decía que no hay libro más humano que la Biblia, y el Cantar de los Cantares no es la excepción.

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