El pastor chileno David Hormachea, autor de importantes libros sobre la familia dentro de la perspectiva cristiana, tras conocer la división de los cristianos en Chile en cuanto a elegir candidato (Sebastián Piñera y Eduardo Frei) y la extralimitación de muchos líderes, brinda criterios para que como creyentes votemos a conciencia -claro está, guiados por Dios- y sepamos mantener el espíritu de unidad dentro de la iglesia.
Vale la pena decir que como cristianos debemos analizar la realidad social a través de la autoridad de la Biblia, no alienarse hacia una ideología política en particular porque existe una bandera más grande que nos representa: Jesucristo.
-Los cristianos deben votar a conciencia, teniendo en cuenta si el candidato tiene más afinidad hacia nuestros principios. Es imposible que un aspirante al poder represente los valores evangélicos al 100%, por lo que es necesario sopesar los programas de Gobierno que tienen y ver cual está más cerca a los lineamientos de la Biblia.
-Votar a conciencia significa que usted vota de acuerdo a los valores cristianos, más no con intereses egoístas. El voto evangélico debe ser valórico, más allá de razones personales o contiendas sin sentido.
-Ni siquiera un candidato cristiano garantiza que represente al 100% nuestras creencias bíblicas, tampoco representa siempre la mejor opción. Si fuera así, los partidos evangélicos dominarían gran parte del escenario político en Occidente.
-Entendamos que cuando un cristiano hace un pacto con un partido político o candidato, ese acuerdo es mi contrato. Seamos precavidos porque existen otros grupos sociales, económicos y religiosos que buscan también sus intereses; algunos de ellos alejados de la perspectiva evangélica (por ejemplo: minorías sexuales y proabortistas).
-No quiere decir que nos vayamos a los extremos: que seamos apolíticos o nos involucremos de lleno a un partido político. Hay que ser equilibrados y busquemos que nuestra voz como cristianos sea escuchada por todos los partidos, independientemente de su ideología. Si algún partido desea trabajar con nosotros, analizemos las prospuestas y actuemos en base a la Biblia.
-Respetemos los principios de un estado aconfesional y más bien que la iglesia cristiana sea de influencia para el Gobierno, más no al contrario.
-Preocúpemonos de elegir a un candidato que busque cambiar drásticamente los valores de una sociedad, sobre todo aquellos que conciernen a la vida cristiana.
-No imponer desde el púlpito que "votemos por tal candidato". Tengamos absoluto respeto por el voto ajeno para no causar división en la iglesia cristiana.
-Mirar más los valores que representan los candidatos que su trayectoria o vida. Ningún cristiano puede dudar que un gobierno ateo busque quitar los valores religiosos de una sociedad; si llega a suceder, es "mea culpa" por permitir que nuestro voto lo haya llevado al poder.
-La Biblia es clara con respecto a las alianzas políticas: no existe ningún versículo que apoye alguna ideología o sistema político. El profeta Isaías denuncia las opresiones que causan los gobernantes injustos sobre los pobres (Isaías 10: 1-4), el profeta Daniel exhorta al rey de Babilonia para que vuelva a los caminos del Señor (Daniel 5: 18-28) y Jesucristo a todos los gobiernos que no cumplen las leyes.
-Si bien es cierto que todas las autoridades son impuestas por Dios, no quiere decir que estén exentas de dar cuentas sobre sus actos. La justicia divina es para todos y los gobernantes están en la tierra para promover el bien y castigar la maldad. De ellos dependen si cumplen o no.
-El cristiano que anula su voto está permitiendo que los candidatos contrarios a nuestros valores tomen ventaja que aquellos a favor. El voto evangélico debe ser inteligente.
-Nuestra obediencia es hacia Dios y no para los hombres. Luchemos por nuestros valores así sea que nos lleven a prisión como hicieron con los cristianos de la era apostólica; debemos oponernos a todo gobernante que vaya en contra de la Palabra de Dios.
-No sacrifiquemos nuestros valores cristianos por prebendas, privilegios éconómicos y jurídicos, o éstatus. Los principios de la Biblia son innegociables y ninguno de los apóstoles dio su vida en vano, mucho menos para defender alguna ideología política. Nuestra principal razón es Jesucristo y llevar el evangelio a toda criatura.
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