Objetivo

El objetivo de este blog es compartir textos que puedan ser útiles en todas las ramas del conocimiento cristiano, sobre todo, aquellos que conciernen a nuestros tiempos y crear en la iglesia de Jesucristo, una educación acorde con el propósito de las Escrituras. Como creyentes, hemos sido llamados para dar razón de nuestra fe hacia quienes no conocen de Jesús y más que todo, quienes contienden contra ella. Por supuesto, la intención es prepararnos en el conocimiento de la Biblia para brindar respuestas concretas a los asuntos del siglo XXI, mediante artículos de interés con estilo académico que sean de edificación para sus vidas.

miércoles, 14 de julio de 2010

Biblia y realidad social (IV)

Un artículo de Samuel Escobar, misionólogo peruano y ex-presidente de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos, en respuesta al Movimiento Lausana que se llevará a cabo en Cape Town, Sudáfrica en octubre del 2010.*

Migración y conflictos étnicos

En 50 años como misioneros, mi esposa y yo nos hemos familiarizado con las leyes y las oficinas de inmigración de los países donde hemos servido: Argentina, Brasil, Canadá, los Estados Unidos y, ahora, España. Aun recientemente, en 2007, en Valencia, estuvimos hacienda fila durante horas, completando formularios y pidiéndole a Dios paciencia para soportar la lentitud de la burocracia. En estas filas, se pueden escuchar maravillosas historias de gozos, tragedias, expectativas y decepciones dramáticas de los migrantes.

Las iglesias de España, por ejemplo, han tenido que enfrentar el desafío de una ola de migrantes de América Latina, África y Europa Oriental. Es un desafío que obliga a las iglesias a volver a las raíces de su fe.

En 2002, en un pueblo a las afueras de Madrid, un grupo de skin heads (cabezas rapadas) incendió una iglesia evangélica rumana y pintó esvásticas y frases racistas en sus paredes. No tomamos a la ligera esos desafíos. Dos veces por semana, la iglesia bautista de Vallecas, en Madrid, brinda alimentos y medicinas a 600 pobres, principalmente inmigrantes de Marruecos y América Latina. La mayoría de los vecinos de esa localidad son comprensivos y compasivos, pero algunos han protestado por las largas filas que se forman durante tres horas. Además, grupos de pandilleros ebrios han interrumpido cultos en las iglesias. Todas las oportunidades de ministerio urbano tienen su costo.

Para el foro 2004 para la Evangelización del Mundo, auspiciado por el comité de Lausana, en Pattaya, Tailandia, el grupo que trabajó sobre "La globalización y el evangelio" se enteró como las iglesias de Canadá y Japón se transformaban a medida que respondían al desafío misionero que presenta la inmigración. "No podemos subestimar el enorme poder que la migración global tiene sobre la interdependencia de nuestras vidas diarias y destinos colectivos, que crea un mayor horizonte común de experiencia para nosotros", decía el informe.

Pero el desafío y la oportunidad no son nada nuevos. La migración fue un factor importante en el desarrollo de la Reforma en el siglo XVI. Juan Calvino fue un migrante que debió huir de su natal Francia para refugiarse en Ginebra, cuyos inmigrantes aumentaron la población en un 50% en esas décadas. El historiador Fed Brown habla de "la tremenda tarea que enfrentaron la iglesia y el estado, de atender a la oleada de personas que llegaban a la ciudad". Calvino lanzó iniciativas para la capacitación profesional de los jóvenes y la readaptación de los adultos a nuevos empleos, y predicó contra aquellos que deseaban beneficiarse con la mano de obra barata.

Migración y plantación de iglesias

En el Nuevo Testamento, la migración fue un factor importante para el avance de la iglesia. Pablo termina su epístola a los Romanos con saludos a una larga lista de personas que había conocido a lo largo del Imperio Romano y habían terminado en Roma. En el Imperio Romano, la migración era constante, algo similar a nuesta experiencia del siglo XXI. Roma, centro cultural, político y económico, atría a los migrantes de la misma manera que los países ricos atraen hoy a personas de países en vía de desarrollo que buscan trabajo, seguridad y un futuro.

En el Nuevo Testamento, vemos la tarea misionera en el contexto de personas en movimiento. Los fundadores de la iglesia de Antioquía (Hechos 11: 19) eran personas dispersadas por la persecución religiosa. En otros casos, las personas migraban voluntariamente con un fin misionero, como Pablo mismo, que deseaba pasar de la región oriental del Imperio a la occidental (Romanos 15: 19, 23-24).

Priscila y Aquila (Romanos 16: 3) son clave para comprender un patrón temprano de formación de iglesias. El libro de Hechos describe a Aquila como un judío de la región de Ponto que debió salir de Roma, debido a la persecución contra los judíos (Hechos 18: 1-4). Priscila y Aquila se sostenían realizando un trabajo especializado en cuero, para el cual necesitaban pocas herramientas; una ocupación ideal para un viajero como Pablo. Él "se quedó solo con ellos, y trabajaban juntos" (Hechos 18: 3), y después de "muchos días allí" (v. 18) los tres se mudaron a Éfeso. Para cuando se escribió Romanos, este fiel matrimonio había regresado a Roma, donde el apóstol los elogia como personas por quienes él y "todas las iglesias de los gentiles" están agradecidos (Romanos 16: 3).

A lo largo de su trayecto, voluntaria o involuntariamente, Priscila y Aquila plantaron iglesias en, al menos, tres ciudades del imperio. Este patrón continúa en nuestro tiempo. Los empleados británicos de una compañía ferroviaria plantaron muchas iglesias evangélicas en Argentina a lo largo del siglo XX. Yo he participado en los cultos de iglesias plantadas por empresarios coreanos en Brasil, Perú y España. Migrantes españoles plantaron iglesias de habla española en Alemania en la década del sesenta, a las cuales, hoy, asisten migrantes latinoamericanos. Más recientemente, jóvenes filipinos han plantado iglesias en los Estados Unidos, y migrantes de Ghana han hecho lo mismo en los Países Bajos.


Migración y recepción

La lista de saludos de Pablo (Romanos 16) nos permite imaginar, al menos, cinco iglesias hogareñas en Roma, relacionadas con los nombres judíos y gentiles. Las grandes ciudades son crisoles donde se encuentran diferentes razas y diferentes culturas. Algunas veces, el encuentro es traumático. Todos somos etnocéntricos, y aceptar al "otro", al que es diferente a nosotros, puede no ser fácil. Los tiempos de crisis económica y social ponen de relieve el desagradable fantasma del racismo. Esto también ha afectado a los cristianos durante toda la historia de la iglesia. En el Nuevo Testamento, vemos que el encuentro de culturas y razás causó muchos problemas en la iglesia primitiva.

Algunas iglesias hogareñas de Roma estaban compuestas por creyentes judíos, y otras, por creyentes gentiles, mientras que algunas quizás hayan sido comunidades mixtas. Pablo anima a estos diferentes cristianos a recibirse unos a otros como hermanos en Cristo. Su exhortación tiene una connotación teológica definida y una intención pastoral: "Por tanto, recíbanse unos a otros, como Cristo nos recibió, para gloria de Dios" (Romanos 15: 7).

Al señalar cómo Cristo recibe a todos los que acuden a Él, está exhortación va directamente al corazón del evangelio expuesto en la primera parte de la epístola. Tal aceptación mutua incluía la disposición para aceptar las diferencias culturales, como diferentes hábitos y prohibiciones en cuanto a las comidas (Romanos 14: 1-6). Fomentar esta aceptación era de la estrategia misionera de Pablo: por ejemplo, en la colecta que las iglesias gentiles recogieron por iniciativa de Pablo para ayudar a los empobrecidos creyentes judíos de Judea (Romanos 15: 25-29).

Esta bienvenida también debe reflejarse en la hospitalidad, que se convirtió en una marca distintiva de las iglesias cristianas en el primer siglo. Las elogiosas palabras de Pablo para Febe ilustran este hecho (Romanos 16: 1-2).

Hoy, las iglesias de las grandes ciudades, desbordadas de inmigrantes, necesitan especialmente esta actitud de bienvenida. El increíble crecimiento de las iglesias populares en América Latina puede explicarse, en parte, por la cálida recepción que brindan a las personas de las áreas rurales. En muchos casos, la bienvenida que recibe el migrante en la iglesia se convierte en un símbolo y preludio de la experiencia de ser recibido por Jesucristo y hallar salvación en Él.

Un triple desafío

La migración presenta un triple desafío para los cristianos de corazón misionero. El primero es el de compasión y sensibilidad cristianas. Las iglesias tienen el reto de responder con fondos y voluntarios a un enorme flujo de personas hambrientas, sin hogar, marginadas. También está el desafío de cooperar con las ONG seculares que siguen el modelo cristiano de participación voluntaria, pero sospechan de la motivación de las iglesias cristianas.

El segundo desafío es la necesidad de que las iglesias adopten una postura profética frente al tratamiento injusto de los inmigrantes por parte de la sociedad. Algunas veces, el mayor desafío para las iglesias es convertirse en voceras de los pobres y los oprimidos. Esto no es demasiado popular en una sociedad alarmada ante las oleadas de los extranjeros. La iglesia debe volver a los orígenes de su propia fe y al legado de la compasión, algon un tanto olvidado en Occidente.

El tercer desafío es ver la migración como una vía para el evangelismo. Los migrantes son personas en transición, que experimentan la pérdida de raíces y puedan estar abiertas a nuevos compromisos. Históricamente, el cristianismo misionero ha florecido en el contexto de la migración, precisamente, debido a la doble naturaleza de la experiencia. Está el aspecto doloroso, de la pérdida del hogar y las raíces, pero también hay una nueva libertad. La presencia de nuevos creyentes como resultado de tal evangelismo, a su vez, presenta desafíos pastorales, ya que las comunidades ya establecidas en la iglesia se ven obligadas a ver al "otro" en medio de ellas.

Frente a la migración masiva, la enseñanza de Romanos es extremadamente pertinente. Si las iglesias de Europa reflejan el abrazo de Cristo en lugar de la exclusión de una sociedad atemorizada, pueden convertirse en mejores bases para una nueva evangelización de Europa. Las iglesias de Norteamérica pueden convertirse en la clase de comunidad profética que saque a la iglesia de una forma barata de religión amable. Si las nuevas iglesias de migrantes en estas partes del mundo escuchan a Pablo en Romanos, hallarán formas de conectarse con las iglesias establecidas hace largo tiempo que necesitan un nuevo espíritu misionero.

Mientras tanto, en América Latina, África y ciertas partes de Asia, donde la iglesia está creciendo y llena de vitalidad, el entusiasmo debe ir acompañado por una búsqueda de madurez que permita dar un fiel testimonio en todas las áreas de la vida. Como en el primer siglo, será una vía y un desafío que Dios use para cumplir la misión cristiana.

*Escobar, Samuel. " Migración y conflictos técnicos" en "Muy personal, en respuesta al Movimiento de Lausana, mayo 2010".

Biblia y realidad social (III)


Jesús y la pobreza: dimensión integral del evangelio


Como mencioné anteriormente, el evangelio que nos presenta el Nuevo Testamento también hace énfasis en la manera cómo los cristianos debemos impartir el ministerio del servicio en conjunto con el de la palabra, tal como lo efectuaron los apóstoles en la iglesia del siglo I . De lo contrario, el cristianismo que conocemos no brillaría con todo el esplendor de su integridad, mucho menos acorde con el mensaje de Jesucristo para la humanidad.

En efecto, la evangelización tiene varios componentes que permiten inmiscuirnos dentro de esa visión integral: compartir la Palabra, el pan y la vida. No es solamente decirle a los necesitados y los oprimidos que tienen una esperanza en Cristo Jesús, más allá de eso es imprencidible que,a través de él, puedan hallar la plenitud de su libertad y encontrar las riquezas que el Padre tiene preparado para sus hijos. El evangelio no puede ser presentado a medias como un suceso a futuro, sino como una convicción que promueve el cambio del ser humano en todas sus facetas, empezando desde el arrepentimiento hasta la perfección en la segunda venida de Cristo.

Quien más como el Maestro para enseñarnos los valores del Reino de los cielos y esa dimensión integral del evangelio. Desde su nacimiento siempre se mostró con los pobres: no fue recibido con bombos y trompetas como los reyes, no nació en una cuna de oro ni en un palacio con todos sus lujos; su lugar de nacimiento fue la pequeña y olvidada Belén de Efratá, en un pesebre que sería el epicentro para que el Mesías hiciera su aparición en el mundo.

Desde su infancia vivió en la pobreza como un ciudadano más de la insignificante Nazaret, en Judea. No se puede entonces decir que Jesús era un sujeto opulento que, con todo su ímpetu y privilegios del Hijo de Dios, desentendía del sufrimiento humano. Al contrario, se mostró como el sirviente de todos y compasivo con aquellos que no tenían esperanza alguna. Se puso en las sandalias de los otros, tomando la forma de siervo y dar a los demás, incluso si no tenía.

Por si fuera poco, al comienzo de su ministerio hizo público su compromiso de anunciar el evangelio ¿a quiénes? los pobres, los oprimidos, los quebrantados de espíritu. La esencia de su mensaje no era un reduccionismo hacia la palabra, sino hacia la praxis que cambia vidas enteras y en aras de dignificar al ser humano a través de él. Es más, afirmó que se hizo pobre para que nosotros fuesemos ricos y que nuestra alma fuera prosperada en todo.

Dicha consigna refleja que su preocupación por los pobres es un aspecto esencial de su mensaje, que no debía ser pasado por alto y que con su ejemplo estaba la llave para abrir las riquezas de su gloria. Jesús siempre estuvo en contra de todos aquellos que oprimían a los demás, que amontonaban riquezas para sí, que ponían como su dios al dinero sin importar la cantidad de personas que morían en la pobreza y teniendo a la avaricia como la religión de sus vidas.

Él mismo se dio cuenta que la pobreza existía porque este mundo injusto estaba llena de ladrones y opresores, cuyas acciones son una lacra para la dignidad de los seres humanos y el despilfarro de los recursos. La génesis de la pobreza y la desigualdad en la humanidad viene desde el corazón, poniendo como piedra angular a esa ambición y apatía que producen dureza con el prójimo, sin importar cual sea el medio para satisfacer sus deseos.

Y esta noción de un mundo injusto con ladrones y opresores se ilustra con la parábola del buen samaritano. Por un lado, tenemos a una religión apática que pasa de largo cuando alguien está tirado en su desgracia y otros que se hacen el de la vista gorda con el sufrimiento de los demás. Jesús también denuncia la hipocresía de aquellos que dicen ser sus discípulos cuando millones de personas en este mundo se hunden en la miseria, que no son capaces de ser una voz de denuncia contra las atrocidades que se cometen en nombre del progreso y el desarrollo.

No se equivoca el Maestro al decir que la riqueza que pocos acumulan en sus arcas va en detrimento del bienestar que muchos pobres (más de media humanidad) no pueden gozar; en pocas palabras, hay pobres porque en el mundo hay ladrones. Pero lo que más exacerba a Jesús es el descaro que quienes camuflan un supuesto espíritu de compasión con sus ansias de riquezas, tal como le pasó a Judas Iscariote con el perfume de alabastro, fino y costoso en esa época.

Judas Iscariote, dijo -supuestamente- que era mejor vender ese perfume a los pobres; a lo que Jesús le responde "a los pobres, siempre los tendrán con ustedes". Ahora ¿no estaría Jesús contradiciéndose cuando alega tal cosa? La respuesta se divide en dos frentes: uno, lo dice en el sentido donde él mismo denuncia la hipocresía y las mentiras de quienes disfrazan su ambición a través de la falsa compasión.

Y dos que se constituya como un descanso para la conciencia de aquellos, que díscolamente, buscan seguir robándole a los pobres. De hecho, Judas Iscariote era quien manejaba la bolsa de las monedas y no desaprovechaba la oportunidad de robar a los pobres. Lo mismo pasa en nuestros días con personas, instituciones y gobiernos prometiendo erradicar la pobreza, mientras siguen hurtando de la bolsa y jugando con la vida de los demás.

Inclusive, la propuesta del Iscariote es una imprudencia y algunos se preguntarán que si hubiera sido loable vender el perfume para darle las monedas a los pobres. El problema es que lo importante aquí es la intención de los corazones, pues es una impertinencia entremezclar esa falsa compasión para robarnos la bolsa y seguir llenándola con dinero. Eso era lo que hacían los religiosos de aquella época, quienes Jesús llamó sepulcros blanqueados y ladrones.

Por esa misma razón, el evangelio debe ser las buenas noticias para los pobres y el oído de Dios que nos llama para ser la voz de denuncia contra las injusticias que hay en el mundo contemporáneo. No basta con elaborar programas para la erradicación de la pobreza y sólo darle lisonjas a los necesitados, como si más de media humanidad valiera tres tiras o fuera un estorbo para los ricos. Para Jesús, debe ser una actitud del corazón que se reproduzca en la genuina preocupación por los demás y verlos como a esos pequeñitos.

Y esos pequeñitos son aquellos que este sistema oprime y los margina de vivir en mejores condiciones de vida. Jesús decía "si se lo hacen a uno de estos pequeñitos, me lo han hecho a mí", no pudiendo ser más claro porque de ellos es el reino de los cielos. Él preguntará el día final que si le hemos dado de comer, beber, vestir o lo visitamos en la cárcel ¿por qué? Cristo se personifica en la vida de los necesitados y a través de ellos podemos ver su padecimiento cuando estuvo en medio de ellos. No hay que esperar una voz de trompeta o una luz que llene nuestra habitación, pues lo encontramos también en quienes sufren y carecen de esperanza.

El mensaje de Jesucristo es incluyente con todos: los pobres, los que no tienen voz, los que no tienen derechos, los que no tienen un techo digno, los hambrientos, los huérfanos, las víctimas de la guerra, los que no poseen tierras para cultivar... pero quienes son recibidos, sin ninguna acepción, en el banquete celestial y quienes como cristianos, estamos llamados a atender y llevarles las buenas nuevas en su dimensión integral. Con Jesús, ellos tienen una oportunidad para demostrarle que de lo vil y menospreciado, Dios los escoge para avergonzar a los sabios y amonestar los que buscan riquezas a toda costa.

Esa es la otra esencia del evangelio: un mensaje sencillo, pero que a la vez se compromete con todo su ahínco para darle esperanza a los pobres y necesitados de este mundo; vocera para arremeter contra este sistema injusto que está lleno de ladrones y los ricos de todos los siglos, quienes amontonan riquezas sin saber su destino eterno. Pero también con ese cristianismo tibio que está mudo ante las penurias de millones de personas que padecen un sinnúmero de problemas, inclusive que afecta a mucho de sus hermanos en la fe.

Es la hora de comprender el evangelio en su plenitud, no decirle más a los pobres y oprimidos que disfrutarán de las riquezas celestiales cuando partan a la vida eterna, mientras ellos se hunden más en la miseria y la desesperanza. Eso es tibieza espiritual y muy lejos del ejemplo de Jesús para nosotros como cristianos. La misión es dura y no pinta fácil, pero poco a poco podemos dar el impacto que estremezca a este mundo con el evangelio; que los valores del Reino sean aplicados a esos pequeñitos, recordando que se lo estamos haciendo a nuestro Señor Jesucristo.

La próxima entrega compartiré un artículo sobre la migración y la globalización, desde la perspectiva cristiana, eso sí Dios mediante.