Objetivo

El objetivo de este blog es compartir textos que puedan ser útiles en todas las ramas del conocimiento cristiano, sobre todo, aquellos que conciernen a nuestros tiempos y crear en la iglesia de Jesucristo, una educación acorde con el propósito de las Escrituras. Como creyentes, hemos sido llamados para dar razón de nuestra fe hacia quienes no conocen de Jesús y más que todo, quienes contienden contra ella. Por supuesto, la intención es prepararnos en el conocimiento de la Biblia para brindar respuestas concretas a los asuntos del siglo XXI, mediante artículos de interés con estilo académico que sean de edificación para sus vidas.

sábado, 29 de mayo de 2010

¿Tabúes sexuales evangélicos? (II)


-La confusión sexual


Para Marián, los tabúes sexuales son dañinos para la iglesia cristiana y tienen más bien raíces paganas, contrarias a la perspectiva bíblica. Todo parece indicar que se sigue el dualismo platónico, donde el cuerpo y el alma son unidades incompatibles entre sí; por lo que dicha dicotomía -que era propia de grupos gnósticos del siglo primero- perduran aún en nuestros días dentro del cristianismo bíblico.

Además, no es del todo cierto afirmar que existe un total desprendimiento de la doctrina católica. La visión evangélica no tiene nada que envidiarle a la católica, debido a que el sexo sigue siendo un tema que causa vergüenza y pudor; se siguen los viejos patrones que son propios de un ultraconservadurismo que pretende satanizar todo lo "moderno", sin analizar minuciosamente lo que dicen las Escrituras. Luego, salen a decir que no hay ninguna influencia extrabíblica (cuando eso es imposible) o no existen rudimentos de la iglesia de Roma.

Se sigue insistiendo que las iglesias deben hablar mucho más de sexo ante una sociedad donde todo huele a él. Basta con echarle un vistazo a los anuncios publicitarios con mensajes calientes o mujeres semidesnudas, producto de estrategias de mercadeo para obtener más clientes. La iglesia no debe meter la cabeza en el hueco como el avestruz, sino dar la cara ante una generación que está creciendo en una dimensión distorsionada de la sexualidad, respondiendo todas las inquietudes de los jóvenes creyentes, frente a un mundo que también tiene (y mucho más) que responder.

El problema es que muchas iglesias caen en el error de idealizar el sexo como si se pudiera tratar de manera irreal (como si estuviésemos antes de la caída del hombre), soslayando las tentaciones que tenemos todos frente a él. Para el peor de los casos, se crea un mito: cuando te casas, desaparecerá la tentación, pero esta afirmación es demasiado débil, porque el problema de la sexualidad no va intrínseco con la condición civil, sino con el pecado original.

Y si el tema del sexo es tocado, sólo hace referencia a la advertencia para los solteros sobre las relaciones pre-matrimoniales, por lo que no se ofrece una visión integral del mismo. Ahí surge otro inconveniente: lo prohibido da curiosidad, algo intrínseco a la juventud (como si los jóvenes cristianos no están exentos de caer). La idea es fomentar que el sexo es bueno y bello, tal como lo concibe Dios, pero también enseñar cómo se pervirtió tras la caída del hombre y cómo enfrentar las tentaciones que hay en un mundo impregnado de sexo.

Los jóvenes necesitan un espacio donde puedan preguntar abiertamente y expresar sus dudas, pues si somos realistas, las preguntas sobre el sexo son las primeras que salen a la luz y que más hacen ante el medio. Ya basta de tantas parafernalias de buscar especialistas en la materia (no quiero decir que sea malo) o estudiar el tema en seminarios; el sexo requiere ser hablado sin tapujos y correctamente.

Todo esto indica que la iglesia tiene dos desafíos sobre el tema del sexo: en el campo literario y en el teológico. Con respecto al primero, falta literatura seria y profunda (se enfocan más en el sexo de los ángeles, que del nuestro) para responder a todas las inquietudes de los jóvenes, sin vergüenza y sonrojeces. El segundo, para desprenderse de la influencia pagana que tanto ha trastocado al cristianismo, sin necesidad de analizar si está acorde a los lineamientos de la Biblia o no; así también dejar de mirarlo como algo satánico.

La Biblia es enfática en la manera cómo usamos nuestro cuerpo y ver el sexo como una creación de Dios no es la excepción: "Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera" (Génesis 1:31) ¿Por qué entonces no le damos la importancia que Dios sí le da en las Escrituras? He ahí nuestro reto.

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