Objetivo

El objetivo de este blog es compartir textos que puedan ser útiles en todas las ramas del conocimiento cristiano, sobre todo, aquellos que conciernen a nuestros tiempos y crear en la iglesia de Jesucristo, una educación acorde con el propósito de las Escrituras. Como creyentes, hemos sido llamados para dar razón de nuestra fe hacia quienes no conocen de Jesús y más que todo, quienes contienden contra ella. Por supuesto, la intención es prepararnos en el conocimiento de la Biblia para brindar respuestas concretas a los asuntos del siglo XXI, mediante artículos de interés con estilo académico que sean de edificación para sus vidas.

jueves, 17 de junio de 2010

La "teoeconomía", Reforma y Biblia (II)


Max Weber y la Iglesia Católica

El capitalismo, sin duda alguna, cambió la forma cómo los países han realizado sus actividades económicas tales como el comercio y la producción de bienes. No obstante, es menester analizar como la acumulación de capital, el uso de la propiedad privada, y la libre empresa -tal como es en la actualidad- se derivan de su concepción original en pleno apogeo de la Reforma Protestante. Lo que también se quiere esclarecer es si el capitalismo, según la concepción de Calvino, puede considerarse la raíz de todos los males, o si es el amor al dinero y la avaricia que existe en la humanidad quien causa esos problemas.

El filósofo alemán Max Weber fue uno de los primeros en exponer la manera cómo el calvinismo y el pietismo influyeron en las ideas capitalistas. Según él, los protestantes entendieron que el trabajo es una actividad sagrada y una garantía de seguridad para la salvación y la predestinación de Dios. Contempla que el "espíritu capitalista" nace también más allá del trabajo bien hecho tal como lo hacían los protestantes y que otros acontecimientos marcan el desarrollo del capitalismo: la formación de las ciudades-estados, el establecimiento de la burguesía, los avances científicos y la razón dentro de la filosofía. Bajo esta perspectiva, la Reforma es un motor que está ligada a otros factores históricos para que las naciones adopten el capitalismo como su sistema económico.

Otra cosa que se debe tener en cuenta, es que no es del todo cierto que en la Edad Media existía un espíritu cooperativo entre todos los estamentos de la sociedad, criticando así el individualismo que general el capitalismo. Si es así, entonces ¿por qué la transición del Medioevo hacia el Renacimiento no genera cambios abruptos de este paradigma? Veamos.

Primero, si lo miramos desde el punto de vista social, la Iglesia Católica, los gremios económicos y el pueblo sí trabajaban en unión, pero eso no es garantía para aseverar que la sociedad mantenía ese espíritu cooperativo, debido a que gran parte de las riquezas y las ganancias de la producción llegaban a manos del clero, mientras los vasallos (la gente) pagaba feudos o tributos a sus señores a cambio de protección. Así también, los únicos que accedían a la educación eran los representantes eclesiásticos que, a su vez, impartían la enseñanza religiosa a todo el pueblo.

Segundo, los reformadores no se alejaron totalmente de los planteamientos de la Iglesia Católica, porque Juan Calvino y Martín Lutero siguieron defendiendo el "precio justo" que proponían los escolásticos y la no obtención de préstamos para las personas que necesitaban solventar alguna desgracia. Así también, la Iglesia de Roma llegaba a ser beneficiaria de las ganancias obtenidas en la producción de la tierra, como también a través de las ventas de indulgencias que sí criticó Lutero en sus 95 tesis. El lucro del clero católico se basaba precisamente a costillas de la pobreza generalizada de gran parte de la población europea.

Paradójicamente, la Iglesia Católica mantuvo firme su posición de condenar la usura a los mercaderes, la banca, y los nuevos comerciantes que empezaron a acumular capital; mientras que sus acciones lucrativas sí eran bien vistas. Aún así, la llegada del Renacimiento marca el inicio de la secularización de las actividades comerciales de los empresarios que tomaron el espíritu capitalista y el florecimiento del comercio. Luego, la Reforma Protestante ayudó a parte de Europa a desligarse de las costumbres y la autoridad impuesta por la Iglesia de Roma, más allá de que los países que adoptaron los valores protestantes lograron mayores posibilidades de implementarlos, logrando prosperidad económica para sus naciones.

El pensamiento de Juan Calvino

Juan Calvino fue uno de los reformadores más influyentes para el desarrollo del protestantismo en Europa; aún así no escribió formalmente obras en las diversas áreas del conocimiento, pero logró influir en varias de ellas. Siempre apuntó al gobierno de Dios, concibiendo que la desobediencia del ser humano es el punto de partida para la desviación de la línea de autoridad horizontal de su concepción original, así como la corrupción y el pecado llegan a hacer parte de la naturaleza del hombre, por lo que sólo un regreso a su Creador lo libra de tal estado.

Afirma que la autoridad de Dios también está vinculada con el trabajo y todas las actividades humanas giran en torno al Señor, dado que nuestras vidas están creadas para hacer su buena voluntad. Además, alega que la multiforme gracia de Dios ha colocado diferentes talentos en las personas y que debe trabajar en aras de dar frutos según su profesión, para luego darle cuentas al Creador de su gestión. Coincide en que la prosperidad hace parte de una bendición, pero amonesta contra la acumulación de riquezas con fines personales y olvidarse que Dios es nuestro sustento.

El reformador francés establece que la propiedad privada adquiere importancia en la medida de que el Estado no interfiera en las posesiones de los demás, pues toda persona tiene derecho a tener posesiones. Según él, el Estado debe regular las acciones del sector privado cuando afectan el bien público de la nación, vigilar las actividades comerciales y financieras, también fijar leyes anti-monopolios que impidan la democracia y el pluralismo de las empresas dentro de la economía.

Asimismo, Calvino se muesta distante de la concepción de Adam Smith, debido a que el ser humano busca interactuar en la política y la economía para hacer la voluntad de Dios (mas allá de la obtención de riquezas, el lucro y el progreso económico), por lo que es importante buscar el punto de equilibrio entre estas dos actividades y una vida cristiana que tenga a la Biblia como garante de todos los principios.

El trabajo se considera como fuente de riqueza y de felicidad para los seres humanos (Salmo 128: 2) (Proverbios 10: 4), haciendo énfasis en que las personas trabajen dignamente para que disfruten del fruto de sus manos y poner el pan en la mesa. El reformador cree que la pereza y la desidia hacia el trabajo como lo relata el apóstol Pablo (2 Tesalonicenses 3: 10) está condenada por Dios, sin llegar a concluir que por fría lógica se permitieran a los holgazanes morirse de hambre.

Su visión social se orientaba a ayudar a los más pobres (sobre todo a los de la familia de la fe), tal como lo hacían en la iglesia primitiva, recibiendo ayudas económicas y préstamos sin ningún tipo de intereses. Cree que los bienes son dados por Dios para ser cabalmente administrados y compartidos con los más desfavorecidos; sigue ilustrando que los primeros cristianos actuaban con amor y compasión para los necesitados de su congregación, puesto que la escasez constituye un obstáculo para la fe y opaca el ejemplo de Cristo para todos. Así también, aboga por un pago de salarios equitativo donde sean tenidas en cuentas las necesidades de los trabajadores y así que los señores cumplan con ellos, pues es un Dios que debe ser acatado sin cuestionar.

Queda corroborada la tesis de que el desarrollo del capitalismo según los principios de la Reforma Protestante -por ende de la Biblia- impulsó la prosperidad económica, la reducción de la pobreza y mayores niveles de educación, ciencia y cultura; así como también se desvincula con los postulados del capitalismo que esgrimirán autores posteriores a Juan Calvino.

En la próxima entrega, seguiremos hablando del pensamiento económico de Juan Calvino y la manera cómo otros autores concibieron el capitalismo, conduciéndonos hacia el amor al dinero como la raíz de todos los males.

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