Objetivo

El objetivo de este blog es compartir textos que puedan ser útiles en todas las ramas del conocimiento cristiano, sobre todo, aquellos que conciernen a nuestros tiempos y crear en la iglesia de Jesucristo, una educación acorde con el propósito de las Escrituras. Como creyentes, hemos sido llamados para dar razón de nuestra fe hacia quienes no conocen de Jesús y más que todo, quienes contienden contra ella. Por supuesto, la intención es prepararnos en el conocimiento de la Biblia para brindar respuestas concretas a los asuntos del siglo XXI, mediante artículos de interés con estilo académico que sean de edificación para sus vidas.

jueves, 24 de junio de 2010

Biblia y realidad social (II)


Como mencionamos anteriormente, el ministerio social de la iglesia sigue siendo una cuestión de carácter secundario para la teología tradicional. No obstante, el Nuevo Testamento es claro cuando los apóstoles tienden hacia el equilibrio entre los dones que representan la palabra y los otros con el servicio, donde el ejemplo de los siete varones nos sirve para meditar en el asunto.

Asimismo, la iglesia primitiva no hacía la dicotomía entre el ministerio de la palabra y el servicio, porque ambas funciones subyacen juntas. Llama la atención que uno de los siete varones es Esteban, que llegó a ser diácono de la iglesia de Jerusalén, pero fue lapidado predicando el evangelio y da a entender que es un servidor que cumple con la promulgación de la palabra. Este papel lo desempeña también Felipe, un evangelista que se convirtió en diácono.

Los discípulos entendieron que ambos ministerios no debían ser visto maniqueamente, sino que están mezclados entre sí como parte de la dimensión integral del evangelio. Los apóstoles no solamente cumplían con sanar a los enfermos, llevar el mensaje, echar fuera demonios y enfrentarse a las autoridades por esas razones; comprendieron que también es necesario la ayuda social para la comunidad que venía a escucharlos, por lo que no escatimaron esfuerzos en proveer ayudas para las viudas de los hermanos griegos.

El dualismo entre los dos ministerios no existió en el Nuevo Testamento y tampoco debe ser así en la iglesia moderna. Como cristianos, hemos sido llamados para anunciar las buenas nuevas a los no creyentes, pero también a mostrar compasión y actitud de servicio a quienes lo necesitan y padecen sufrimiento. Jesucristo y los apóstoles no dividieron ambos campos de acción como dos asuntos separados per se, sino que las juntaron para anunciar el evangelio con todo su ímpetu.

El nombramiento de siete varones como diacónos deja entrever que es necesario contar con sabiduría para el servicio. Ésto se debe a que dicho ministerio está expuesto a los problemas, las quejas y los abusos; es proclive a generar descontentos entre los hermanos ya sea porque la cantidad es irrisoria, el trato es desigual hacia algunos u otras cosas. ¿Por qué tales requisitos? Los resultados de escoger hombres con esas características, sin separar ambos ministerios, provocó el crecimiento de la iglesia en Jerusalén que hasta los sacerdotes del templo (los mismos que crucificaron a Jesús) se convirtieran al evangelio. En eso consiste el crecimiento de la iglesia: doctrina, poder y servicio.

No estoy diciendo que se requiere volcar todos los esfuerzos a las obras de caridad y enfocarse en la lucha contra la pobreza, sino mirar a la iglesia en el sentido de un grupo de hombres y mujeres que han sido cambiados por aceptar a Cristo en su corazón, preocupados por compartir el mensaje de salvación a quienes sufren, padecen persecusión o necesitan del amor de alguien; sobre todo en este contexto latinoamericano, donde millones de personas viven en las penurias de la miseria, marginados en los suburbios de las ciudades y olvidados por la sociedad; pero se necesita que ambos ministerios se funden en uno o ¿usted ha visto un pájaro volar con un ala y hacerlo sin complicaciones?

Con todo esto, la Biblia constituye la guía para desarrollar el ministerio social dentro de la iglesia y el ejemplo de los apóstoles en el Nuevo Testamento lo es; por supuesto, hay diferencias entre aquellos tiempos y los nuestros, pero la esencia del evangelio sigue siendo la misma y no cambia a través de los tiempos. Tampoco necesitamos servir a los necesitados según las teorías de Marx y Engels, la teología de la liberación ni otras corrientes filosóficas; pues las Escrituras bastan para encontrar el manual para servir en la congregación.

El apóstol Pablo sigue ilustrando el servicio a los hermanos más necesitados de la iglesia cuando viaja a Jerusalén: "Por ahora, voy a Jerusalén para llevar ayuda a los hermanos, ya que Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta para los hermanos pobres de Jerusalén. Lo hicieron de buena voluntad, aunque en realidad era su obligación hacerlo. Porque si los gentiles han participado de las bendiciones espirituales de los judíos, están en deuda con ellos para servirles con las bendiciones materiales." (1)

Como aprecian, el espíritu de la iglesia primitiva se movía por la buena voluntad de los creyentes en ayudarse los unos con los otros y representa una obligación para nosotros también. Actuar llevados por el egoísmo, la ambición y la apatía por la necesidad del otro no es expresar lo que Cristo nos ha enseñado, sino hacer todo lo contrario a lo que él decía. No podemos actuar en la noción de competencia que nos enseña el mundo posmoderno, donde cada uno hace lo suyo para cumplir con sus fines personales; si vemos que hay una congregación pidiendo ayuda, no titubear dos veces y actuar inmediatamente.

De nuevo, Pablo sigue apreciando el compañerismo entre sus hermanos judíos con el requisito de que se acordaran de los más pobres, ayudando con esmero para cumplir esta labor. Él dice: "En efecto, Jacobo, Pedro y Juan, que eran considerados columnas, al reconocer la gracia que yo había recibido, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de compañerismo, de modo que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero". (2)

El apóstol Juan tampoco se queda atrás y amonesta contra aquellos que dicen amar a Dios, mientras un hermano en la iglesia está pasando por una necesidad, tal acción no muestra el amor hacia el Señor: "En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad". (3) Más claro, no puede ser.

Continúa el apóstol Pablo insistiendo en el deber de servir a los demás de todo corazón, sin codiciar nada y demostrar el ejemplo de Jesucristo: "No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie. Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros. Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: "Hay más dicha en dar que en recibir." (4)

Y si seguimos leyendo el Nuevo Testamento, nos daremos cuenta de que pone énfasis para ayudar también a los huérfanos y a las viudas. Pablo aconseja a Timoteo en la manera cómo debe ayudar a estos dos grupos, teniendo en cuenta que el ministerio de servicio desencadena abusos de las personas que lo requieren y por eso es menester que hayan reglas estrictas sobre la administración de los recursos acordes a la Palabra de Dios. Sencillo, pero realista: que si la viuda tiene familia que ésta se encargue de ella, que la viuda joven se vuelva a casar y a la viuda chismosa no darle nada. Estas son algunas medidas que tomaban en la iglesia primitiva. (5)

No obstante, el panorama es desolador en América Latina donde la pobreza hace parte del menú de este sistema social. Alguien diría que aquellas medidas serían simplistas en nuestros tiempos y tienen algo de razón, pero algunas de ellas nos pueden servir siquiera para comenzar a trabajar en la iglesia local, con los hermanos más necesitados. Estoy seguro de que hay hermanos en la congregación que llegan a los servicios, pero que están pasando por penurias económicas y no nos damos cuenta de su situación. Espero que no sea tarde para luego arrepentirse, pues hay personas que asisten a la iglesia que luego se van iendo poco a poco porque la grey no se preocupa por ellos, cuando nuestra responsabilidad es velar por ellos.

Hay que cambiar esa costumbre de ir a la iglesia sin conocer a la persona que está a tu lado, es necesario que los miembros se conozcan mutuamente y oren los unos por los otros por sus necesidades. La iglesia debe ser la primera que se entere de los problemas de esas personas y les brinden toda la ayuda para socorrerlos oportunamente, no solamente colocando las peticiones en los sobres de diezmos y ofrendas. Es posible que desarrollando el ministerio social en la iglesia cristiana, se logre también su crecimiento y cumplir con los mandamientos de Dios.

(1) Romanos 15: 25- 27
(2) Gálatas 2: 2- 10
(3) 1 Juan 3: 16- 18
(4) Hechos 20: 33- 35
(5) 1 Timoteo 5: 1- 16

Seguiremos con el pensamiento de Jesucristo sobre la pobreza y cómo se adapta a la visión integral del evangelio.

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